"Isla III"
50x50 cms
óleo sobre tabla
Diana Iniesta
Esperanza
Ya se filtra la luz entre las rendijas…
El amanecer puede dejar de ser una tentación.
La superficie de las aguas tiembla
como si la vida se agitara en las profundidades.
¿Será el hombre nuevo el que salga a respirar?
¿Será la nueva civilización a las puertas…?
¿Será el ser humano evolucionado?
A la luz de la lumbre
lo estuvimos llamando durante siglos.
Y todas las historias que contábamos
se referían a él.
Un día vendría,
como el nuevo Quetzlcoatl que se anunció hace tiempo.
El mismo dijo que volvería:
- ¡Volveré! - dijo. Y se lo tragaron las aguas.
Desde entonces tenemos la costumbre
de mirar al horizonte.
Algunos dicen que es para ver ponerse el sol,
pero también miramos al horizonte por la mañana
cuando el sol está en la otra parte del mundo.
Los viejos lo llaman esperanza.
Pero el chamán dice que nos sólo nosotros esperamos,
que Dios también espera.
Por eso cantamos y bailamos.
Y en nuestros cantos hacemos preguntas
que nadie responde.
Quizás Dios sea el silencio.
O quizás esté hablando desde hace tiempo
y nosotros no le oigamos.
Las mariposas monarca
se acurrucan en torno a los troncos de los árboles,
en cónclave. Sus alas pegadas unas sobre otras,
como si el árbol fuera un pez grande
lleno de escamas.
Y de repente al amanecer, todas las escamas se sueltan,
y es el árbol mismo el que echa a volar.
Se llevan nuestros sueños a otra parte,
dicen los viejos.
Van a regar el mundo de esperanza…
Iosu Moracho
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