Huellas

"Carmín de garanza"
80x60 cms
óleo sobre tabla
Diana Iniesta

 
Huellas

Cuando la belleza sangra
es difícil olvidar su color.

Crecer es comprender que pertenecemos a la vida
y no que esta nos pertenece.

El tiempo eso que nos hace sentirnos viejos
cuando nos miramos a un espejo.

Las estaciones nos ayudan a entender
porqué vamos ganando en olvido.

Cuando miramos al bosque,
nos miramos a nosotros mismos.

Un año es el tiempo que tarda la vida
en decirnos muchas cosas.

Pertenecemos a lo simple, a lo sencillo, a lo breve,
la vida nos lo enseña a cada paso.

Cuando el bosque cambia
los colores cambian. ¿O es al revés?

La primavera es eso que nos pasa por encima
como un alud de nieve.

El verano es el tiempo
en el que los caminos se llenan de polvo.

El otoño va despejando hoja a hoja
todas las dudas de lo que somos.

El invierno es el tiempo
en que se posan todas las cosas.

Cada vez que nacemos
tenemos que recordar de dónde vinimos.
Soñar es el trabajo que realizamos
cuando la vida nos duerme.

La primavera comienza
cuando hemos logrado incendiar el invierno.

Los colores de la vida
nos enseñan la paleta de los años.

Cada paso que damos marca su huella
y toda huella muestra nuestro retrato.

Sólo en medio del bosque
el silencio habla.

En el crepúsculo los árboles
susurran tu nombre.

Las hojas de la vida
son tan frágiles como las de los árboles.

A un árbol se le recuerda, más que por sus frutos,
por las veces que nos ha regalado su sombra.

La primavera convierte el arroyo en risa,
cuando derrite el corazón del invierno.

En verano las palabras
necesitan más agua.

Otoño amuebla el bosque
y alfombra los senderos de la vida.

Después del próximo invierno
habrá que inventar de nuevo la primavera.

Iosu Moracho

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