"La prueba"
100x100 cms
óleo sobre tabla
Diana Iniesta
Niebla
“Chang K´ai, en el siglo II,
podía hacer que la niebla se disipara…”
Eliot Weinberger
Algo elemental
Ed. Atalanta 2010
Se dice que Chang K´ai, buscaba
la verdadera belleza,
esa que nos seduce y nos arraiga,
la que está velada porque es poderosa,
la que se nos presenta vestida únicamente
por un pañuelo de seda,
una trasparencia
o un paisaje con niebla.
Lo explícito es inasumible e inalcanzable.
Nuestra alma no puede abarcarlo.
Nos deja sin aliento y nos angustia.
Lo velado, sin embargo, nos convida a participar.
Nos hace creadores.
Nos invita a quitar los velos,
a despojar los vestidos,
a soltar amarras
y a disipar la niebla.
Chang K´ai recorre los verdes valles
de madrugada.
Se adentra en los senderos de tierra.
Con sus manos peina los brotes de los helechos
y con la humedad en sus dedos
se lava el rostro.
Un río de perlas ilumina su cara
cuando sonríe.
Chang K´ai se lleva las nieblas a su paso.
Reinventa todo lo que toca.
En su petate de sueños
guarda el aroma de las flores de loto,
los rebujos de este otoño
que sabe a miel silvestre
y a sándalo.
La niebla escampa cuando Chang K´ai pasa
y un silencio profundo
envuelve sus pasos.
Dicen que sueña con una muchacha
que nunca existió,
que la pinta en sueños con su paleta de artista,
de pie, desnuda junto a la puerta de su casa.
Dicen que él la cubre de niebla
porque su luz le hiere los ojos
y su belleza es un lujo
para un pobre disipador de brumas.
Chang K´ai, el poeta,
el inventor de palabras.
Cada amanecer el día lo encuentra
en un claro del bosque,
prendiendo una hoguera
con las brasas de la noche.
Con una tea encendida agita el aire
y aventa a sus fantasmas.
Desde el fondo del valle,
las nieblas se disipan…
Iosu Moracho
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